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martes, 6 de agosto de 2013

Estaban bailando muy juntos, en medio de la pista, una canción suave y tranquila sonaba cuando ella se decidió por hablarle.
-¿Por qué yo?
Él levanto la cabeza de entre sus cabellos y la miro fijamente a los ojos algo extrañado y a la vez divertido.
-Y ¿por qué no?
Se pasaron unos segundos hasta que ella le contestó.
-Bueno, mi piel no es pálida como la de una modelo o excesivamente morena como las que gustan, mi nariz es algo grande para mi  gusto, y ¿mi pelo? ¿que me dices de mi pelo? casi siempre esta encrespado. Ah y mi estatura, no soy bajita y manejable como suele gustar a los chicos... Me gusta hacer mucho el tonto y a veces me comporto de una forma borde con la gente y mi forma de pensar es todo lo contrario a como piensan los demás.
Él sonrió con los labios ligeramente curvados hacia un lado.
-Es por eso, precisamente por eso es por lo que me gustas. Las chicas que conozco intentan ser perfectas y hacen cualquier cosa por esconder sus defectos. En cambio tú... Tú haces todo lo contrario, los enseñas, los muestras como si fueran parte de ti. Como una mano o un brazo y eso es lo que te hace ser tan encantadora.
Ella casi sin escucharle siguió hablando.
-Suelo gritar mucho y hablar demasiado pero ¡es que no me doy cuenta!  y cuando me río... ¡todo el mundo se entera! mis risas son tan descontroladas que puede llegar a ser molestas. También soy torpe y hay muchas cosas que no me salen bien y....
-¡Cállate!
Rápidamente él le metió sus largas manos entre sus cabellos para agarrarla de la nuca y atraerla hacia él. Callándola con un beso.
Mientras él la besaba, una leve sonrisa se veía en sus labios.
-Faltan chicos como tú en este mundo.-Dijo en un susurro-.

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