Por ahora, estás sola. Sabes que él no vendrá, tampoco lo has invitado, simplemente es el sitio donde siempre os veiais.
Vuelves a mirar por la calle grande. No hay nadie.
Tampoco cruza nadie esa esquina.
Miras el cielo. Precioso. Nada parecido a la lágrima que ahora corre por tu mejilla.
Vuelves a mirar por la calle grande. No hay nadie.
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