
Esa manía de acabar las historias llorando, con una despedida, y que al paso de los días se borren los recuerdos, como si no te hubieran marcado.
Esa manía de no querer dejar de mirarlo, aunque sabes que ese día llegará y tendrás que soportar más días de tormenta a su lado que de sonrisas, porque aunque pienses que hay posibilidad, no.. ya es tarde, su sonrisa le pertenece a otra y lamentablemente sabes que nunca se podrá fijar en nadie como yo.
Quizá los finales felices no esten hechos para mí.
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